Hoy me hago pasar por... (juego de Bito)
Este post es parte del nuevo juego de Bito, al que tan amablemente me invitó a participar. El juego consiste en escribir un post haciéndose pasar por una de las 48 personas que participan. A mi me tocó alguien muy especial. Espero hacerle justicia con mis palabras que intentaron acercarse a las de...
Cielo luminoso.
Y la cuenta atrás acabó. Estoy de vuelta en mi hogar y mi ilusión me ayudó a vencer ese miedo del que hablaba. El 23 me senté en el tren y un poco nerviosa, mientras miraba las ventanas pasar, recordé a mis amigos, mis hermanos que hace tantos meses no veo. Le temo a las despedidas y quizás este reencuentro escondía un poco de ese temor. Pero en ese momento, mi mente sólo podía llenarse de imágenes por venir: mi hermano mayor jugando baloncesto en el patio de casa, mi hermano mediano repartiendo cartas mágicas en el piso de su habitación y mi hermana pequeña, inmersa en su mundo tan certero. Todo eso imaginaba, mientras las ventanas acariciaban mi mirada, cada árbol, cada casa, cada ladera me daba la bienvenida, haciendo del reencuentro, un proceso lento, pausado y lleno de recuerdos hermosos. Agradezco esos momentos a solas en el tren. La posibilidad de ir reencontrando mi espacio y mis afectos lentamente, al ritmo de mi corazón. La tarde que llegué, mis hermanos me esperaban en la estación. Felices de vernos, nos abrazamos y caminamos con un poco de frío hasta el coche, y pensé con temor: otro viaje más hasta llegar a casa. Pero se hizo corto, miles de preguntas hicieron el tiempo volar y sin darme si quiera cuenta, ya estábamos frente a frente: mi casa y yo. Por un segundo sentí miedo, pero luego, la mano de mi hermana en mi hombro me empujó dulcemente hasta la entrada.
Nochebuena fue hermosa. Antes de que pudiésemos sentir el vacío, abrimos la puerta y salimos. Ahí, parados, miramos hacia arriba. Nadie dijo nada, pero sé que cada uno reconoció en ese cielo, un pedazo luminoso de mamá. Y si me despido de ella, sé que cada navidad volveré a reencontrarla en este cielo que nos vio crecer. Hoy sé que las despedidas no desaparecerán de mi vida, pero las asumo sin miedo. Soy una buscadora, y para serlo, hay que luchar decía mamá. Su vida es mi ejemplo.
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Foto: Giotto. Detalle fresco Cappella Scrovegni, Padua
Y la cuenta atrás acabó. Estoy de vuelta en mi hogar y mi ilusión me ayudó a vencer ese miedo del que hablaba. El 23 me senté en el tren y un poco nerviosa, mientras miraba las ventanas pasar, recordé a mis amigos, mis hermanos que hace tantos meses no veo. Le temo a las despedidas y quizás este reencuentro escondía un poco de ese temor. Pero en ese momento, mi mente sólo podía llenarse de imágenes por venir: mi hermano mayor jugando baloncesto en el patio de casa, mi hermano mediano repartiendo cartas mágicas en el piso de su habitación y mi hermana pequeña, inmersa en su mundo tan certero. Todo eso imaginaba, mientras las ventanas acariciaban mi mirada, cada árbol, cada casa, cada ladera me daba la bienvenida, haciendo del reencuentro, un proceso lento, pausado y lleno de recuerdos hermosos. Agradezco esos momentos a solas en el tren. La posibilidad de ir reencontrando mi espacio y mis afectos lentamente, al ritmo de mi corazón. La tarde que llegué, mis hermanos me esperaban en la estación. Felices de vernos, nos abrazamos y caminamos con un poco de frío hasta el coche, y pensé con temor: otro viaje más hasta llegar a casa. Pero se hizo corto, miles de preguntas hicieron el tiempo volar y sin darme si quiera cuenta, ya estábamos frente a frente: mi casa y yo. Por un segundo sentí miedo, pero luego, la mano de mi hermana en mi hombro me empujó dulcemente hasta la entrada.
Nochebuena fue hermosa. Antes de que pudiésemos sentir el vacío, abrimos la puerta y salimos. Ahí, parados, miramos hacia arriba. Nadie dijo nada, pero sé que cada uno reconoció en ese cielo, un pedazo luminoso de mamá. Y si me despido de ella, sé que cada navidad volveré a reencontrarla en este cielo que nos vio crecer. Hoy sé que las despedidas no desaparecerán de mi vida, pero las asumo sin miedo. Soy una buscadora, y para serlo, hay que luchar decía mamá. Su vida es mi ejemplo.
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Foto: Giotto. Detalle fresco Cappella Scrovegni, Padua
13 comentarios:
Qué grande...
Yo creo que este va a ser de esos que adivnan a la primera...
Creo haber leido algo sobre un regreso en el blog de marian... Podrá ser ella??
Un saludo!
Yo también apuesto por Marian :)
Pues no conocía a marian, pero sí, debe ser ella... Cuadra bastante bien.
Pola, no te reconozco...
no se por quien te haces pasar pero, me gustó mucho, fue un poco emotivo.
ahora trato de imaginarte a vos.
saludos!
PUes la gente apuesta por marian, asi que me sumo a ese voto...aunqe por el ultimo post que escribi en mi blog, casi que podria ser yo, pero no creo. Un saludo :))
Precioso y lleno de emotividad, no sé de dónde eres pero hay un concurso de relatos de navidad para gente de granada jaén y almería y este podría ser uno de los finalistas.
No sé a quién imitas(como casi todos) pero voy a ir a casa de Mariam para ver si es de su estilo,
Me encantó. Beso
sipo, demás que es marian
Que es eso de decir que es de Marian solo porque lo dice la mayoria!
Seguro que es de Marian?
Besitos Polaf!
hola marian
Lástima que no me enterara del juego antes. Ya será para otra ocasión.
Saludos.
"cada uno reconoció en ese cielo, un pedazo luminoso de mamá"
Cada uno vio el reflejo de su amor en aquel cielo luminoso.
Imites a quien imites, te salió del corazón!
Besotes para ti :*
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